La amenaza a espacios culturales ciudadanos emblemáticos se intensifica por toda España

Fotografía de un parque en el que se ve mucha gente, al fondo se encuentra un edificio con el cartel de "Harinera ZGZ", también se aprecia una barra de bar dando a entender que es un evento festivo.

Numerosos centros culturales comunitarios de toda España están viendo su supervivencia amenazada. Las pasadas y futuras elecciones, han situado a estos centros en un limbo administrativo que hace peligrar la libre expresión cultural de la ciudadanía y sus derechos culturales. Muchos de ellos permanecen en este limbo desde hace tiempo, lo que evidencia la urgencia de dar una respuesta política que proteja definitivamente estos proyectos surgidos desde las comunidades pero caracterizados por una precariedad económica y administrativa inaceptable. Si estos centros cumplen una clara y necesaria función sociocultural y democrática de participación ciudadana real ¿cómo se explica que estén en peligro?

En 2019 – año de la creación de la REACC -, 200 espacios y agentes de la cultura comunitaria española firmaron un manifiesto donde denunciaban el dramático hostigamiento, acoso y desarticulación de espacios y redes colaborativas cuidadosamente construidas y claves para el desarrollo de sus comunidades. El creciente interés por el control de contenidos, los cambios de uso de edificios pertenecientes a las administraciones o, sin más, la asociación de estos entornos a ideologías o tendencias sociales o políticas que no serían afines a quienes gobiernan, han producido una oleada de amenazas de cierre y extinción de estos emblemáticos espacios, y con ellos, toda la actividad cultural y comunitaria vital que representan.

Tres ejemplos concretos de estos casos son Harinera, en Zaragoza, muestra clara de buenas prácticas de gestión mancomunada entre la administración local, el tejido artístico y cultural y las asociaciones vecinales. Un espacio por el que pasan 20.000 personas al año para disfrutar, crear y decidir sobre la cultura en la ciudad. Sin embargo, a pesar de su magnífica gestión y funcionamiento, el ayuntamiento de Zaragoza no ha querido renovar el convenio de co-gestión, poniendo en peligro el proyecto.

Otro caso es el del Centro de Cultura de Mujeres Francesca Bonnemaison de Barcelona, que denuncia las trabas continuas para firmar la renovación del convenio con la Diputación de esta ciudad para la cesión del espacio y no descarta del mismo modo un cierre definitivo, después de significarse como un espacio emblemático en la ciudad de lucha feminista y por la diversidad.

En otro territorio pero que muestra la misma problemática, encontramos al centro social y cultural de gestión ciudadana, la Casa Invisible de Málaga, que desde 2007 capitaliza una  nutrida agenda de actividades enteramente ciudadana, y que denuncia la falta de acuerdo con el ayuntamiento para alcanzar un convenio por la cesión de este espacio municipal que nunca llega a buen puerto. 

Tres muestras muy representativas que son solo la punta del iceberg de un largo listado de espacios amenazados por todo el territorio, y del enmudecimiento al que nuestras autoridades  pretenden sumirnos. 

La cultura y la actividad que representan es una manifestación clara del sentir, pensar y evolucionar de las comunidades que la generan. Este evidente deseo de control es una muestra inquietante de que algo ocurre; grave, muy grave, y que debería preocuparnos a todas las personas. Si la cultura en libertad está amenazada es que nos dirigimos, ¿sin saberlo y sin remedio?, hacia horizontes a los que no querríamos avanzar.

Tres ejemplos que ilustran que no se trata de algo puntual o anecdótico, sino más bien una tendencia que se da en todos nuestros territorios, dejando a su ciudadanía desprotegida y con sus derechos sistemáticamente despreciados. Cuatro años después, ante esta constante amenaza y frente a la falta de una postura política decidida que proteja estos espacios, la REACC hace un llamamiento a la ciudadanía para defenderlos y a los partidos políticos a pronunciarse de manera rotunda para protegerlos.

Para ello, animamos a la ciudadanía a contactar a sus centros culturales comunitarios más cercanos, interpelar a sus representantes políticos sobre estos temas para que los incluyan en sus planes de acción y sumarse a los movimientos que están surgiendo tanto a nivel local como regional y estatal. Respecto a los partidos políticos que dicen alinearse y defender la cultura ciudadana les instamos a que se pronuncien de forma rotunda y decidida en aras de la cultura comunitaria explorando modelos de co-gobernanza como hacen muchos de nuestros países vecinos, entablando espacios de diálogo y decisión colectiva y blindando estos espacios y colectivos, así como los presupuestos a ellos dedicados, como parte de sus prioridades políticas.

Manifiestos (estos son sólo algunos ejemplos):

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